jueves, 25 de agosto de 2011

Capítulo XI-II


        Hi my little darlings! :D Ya estoy aquí para dejaros la segunda parte. Espero que os guste. Gracias :3


                                                    **


Los pequeños rayos de sol que consiguieron colarse en la habitación hicieron que me despertase y comenzase a sentir un gran dolor de cabeza. Querido alcohol y sus estragos. Poco a poco fui abriendo los ojos para encontrarme con una profunda y atenta mirada.


- Buenos días enana.- Dijo sonriendo.
- Joder… ¿Me pasé demasiado?.- Pregunté a la vez que volvía a cerrar los ojos debido a mis queridos despertadores.
- Hombre… Yo creo que necesitabas este desfase.
- Puf… Yo estoy en modo inactivo. Hoy no voy a la facultad.
- No, tranquila, si son las tres de la tarde.- Dijo riendo.
- ¿Qué? Gabriel, no me vaciles.- Dije seria.
- No te estoy vacilando.
- Pero… ¡Tenemos que ir al aeropuerto!
- Bueno… Era una sorpresa. Me voy mañana por la noche.- Dije sonriendo.
- ¿En serio?.- Dije sentándome en la cama.
- Sí pero ven, anda, que llevas una buena resaca.


Noté un gran pinchazo en la sien derecha. Todo me daba vueltas. Me volví a tumbar y Gabriel me rodeó con sus brazos. Era el momento de comenzar con mi gran lista de preguntas.


- A ver, voy a ser directa.
- Miedito.
- ¿Por qué has acabado aquí? Porque algo te habré tenido que decir, aunque no me importa.- Dije riendo.- ¿Has dormido algo? ¿Dije demasiadas tonterías? ¿Qué piensas respecto a ese tema? Tengo miedo. Fin, ya puedes contestar.- Dije preocupada.
- Sobrecarga de información.- Dijo imitando a un robot.
- Eres de lo que no hay.- Dije riendo.
- Lo sé. Primera respuesta, te traje hasta la cama y cuando me iba a ir, me pediste por favor que me quedase porque tenías miedo al supuesto hombre de tu armario que estaba con una legión de mercenarios y creo que con eso respondo también a tu tercera pregunta. Segundo, tranquila, solamente no me has dejado moverme ni respirar. Parecía tu almohada y cuarto y quinto, sabes que estoy contigo estés donde estés, que tus alegrías y penas son las mías, que te estás empezando a enamorar, digas lo que digas y por muy poco que te guste esa palabra y su significado, y que nunca, nunca dejes que el miedo controle tus acciones.


- Eres lo mejor del mundo.
- Te odio piña.
- Yo mucho más, colada.


Siempre él, mi apoyo de cada momento débil, de cada indecisión. Jamás podré agradecerle todas sus palabras, sonrisas y ante todo, miradas. Hay gente que dice que una mirada vale más que mil palabras pero yo lo afirmo. Una de ellas puede hacer que reboses alegría o hasta el más puro dolor. Tienes una alta gama de sentimientos posibles pero, en fin, no es tiempo para el sarcasmo. Respecto a lo de piña y colada, es una de las otras tantas chorradas de ‘Z & Company’. Una vez, cuando teníamos unos dieciocho años, fuimos al bar en el que trabajaba el amor platónico de Gabriel y cuando nos preguntó qué queríamos tomar, simplemente para romper el hielo, pedimos una piña colada de una manera un tanto especial.
- ¡Mierda! Luna. Ayer no la bajé.
- Tranquila. Por suerte tienes a este hombre en casa que se levanta a las diez, baja a tu perra y prepara la comida.
- Quédate a vivir si quieres.- Dije riendo.
- Lo haría encantado.


Mientras Gabriel bajaba al salón para coger su portátil y mirar algunos correos nuevos de la universidad, yo me fui a duchar. Aún tenía la misma ropa de ayer puesta. Estuve media hora dejando que el agua fría hiciese su trabajo. Cuando me estaba peinando, mi móvil comenzó a sonar. Era Kate.


- Guarrilla.
- Mofeta.
- ¿Qué tal? Se me ha hecho raro que no hayas venido a la uni… - Preguntó preocupada.
- Pues bueno, con una resaca demasiado grave, pero bien, estoy bien. ¿Y tú qué tal andas cielo?
- Jo, genial. ¿Quedamos esta tarde y así te paso algunos apuntes de hoy?.- Dijo animadamente.
- Perfecto, pero vendrá Gabriel. ¿Te importa?
- ¿El amigo ese tuyo tan … ?
- Kate, ¿sigues viva?.- Dije riendo.
- ¿Eh? Sí, sí…
- Pues eso, que viene.
- No hay problema. Bueno, ¿quedamos a las seis en el bar de Bartney?
- Por supuesto, pero que sepas que hoy sólo beberé agua.
- Tranquila, solo te voy a utilizar para que me traigan dinero tus clientes,. Dijo riendo.- Te quiero cariño.
- Y yo seximbol.


Se podría decir que Kate es una de las personas que más me ayudó a instalarme en Londres. Es una buena amiga. Habíamos estado compartiendo piso hasta hace tres meses porque según ella, ‘necesitaba unas vacaciones’. Estaba saliendo con Matt, un chico de la universidad de tercer curso. Habíamos quedado en el bar de Bartney porque ese, era el mejor de todo Londres. Él era al que iba, cada viernes, a escuchar nuevas melodías, nuevos grupos dándose a conocer. Kate trabajaba allí los viernes y sábados, así que aprovechaba, siempre que no estaba demasiado solicitada en la barra, para sentarse conmigo y disfrutar.


Fui a mi habitación y me vestí. Era lunes y el cielo estaba despejado. Era raro. Me puse unos pitillos rotos, una camiseta de tirantes negras y mis ‘calcetines-zapatillas’ rosas para estar por casa. Bajé al salón y ya estaba todo servido. Gabriel había echo pollo asado.


- ¡Dios! ¡Pollo asado!.- Dije gritando a la vez que daba un abrazo a Gabriel que venía de la cocina con una botella de agua.
- ¡Si tía! ¡Qué fuerte!.- Dijo imitándome.
- No me vaciles. ¿Tú sabes lo que llevo yo sin comer esto?.- Dije señalando los platos.
- No… 
- Muchísimo así que siéntate, come y calla.
Comimos y Gabriel me dijo que había estado mirando por Internet los conciertos de ‘Eme ce flai’, sí, eran tan perfecto que los llamaba así solamente por hacer que le mirase mal. 


- Van a España el mes que viene.
- No, no lo sabía.- Dije irónicamente.
- ¿Y no piensas ir?.- Preguntó sorprendido.
- No puedo.- Dije mientras miraba al suelo.- Van el seis, siete y ocho y justamente el seis, viernes, tengo un examen demasiado difícil y el nueve, lunes, tengo dos, eso equivale a un fin de semana quemándome las neuronas.- Dije sonriendo débilmente.
- Joder… Yo que te quería llevar…
- No pasa nada, ya volverán y si no, ya iré a verlos por aquí. Por cierto, estuve en Wembley y no tengo palabras.
- ¿Fuiste sola?.- Preguntó sonriendo.
- Sí. No me apetecía ir con nadie, estaba de bajón y ellos me hicieron sonreír, ya sabes, lo típico.


Gabriel y yo comenzamos a reír y me vino a la cabeza que habíamos quedado con Kate a las seis.

- Ei, he quedado con Kate esta tarde, ¿te acuerdas de ella?
- Sí, me hablaste de ella un par de veces.
- La he dicho que ibas a venir conmigo.
- Eso no lo dudes, ¿cómo te voy a dejar sola por esta ciudad?
- Sí, ahora hazte el protector.- Dije fulminándole con la mirada.
- ¿Y a qué hora hemos quedado? ¿Dónde? ¿Para qué?
- Joder, eso de que pases conmigo tanto tiempo no es bueno.- Dije riendo.- Pues a las seis en el bar de Bartney, ya sabes cual, y porque me tiene que pasar unos apuntes de la universidad y de paso, para hacer el tonto un rato.
- Vale, perfecto.


Terminamos de comer a eso de las cuatro menos diez y Gabriel me dijo que se iba a echar un rato en la cama. Le di un beso en la mejilla y recogí la cocina. Subí las escaleras y me asomé a la habitación en la que estaba Gabriel. Se había quedado dormido, le despertaría a las cinco y cuarto. Cerré su puerta con cuidado y fui a mi habitación. Temía despertarle así que cerré la mía también. Después de hacer la cama, cogí el móvil y leí el mensaje que Dougie me había enviado el sábado. Sin querer, sonreí y rápidamente dejé el móvil en la mesita. Me senté en el taburete y encendí el piano, una melodía estaba rondando en mi cabeza y estaba totalmente ligada a una letra que había escrito hace tiempo, tras un par de tropezones en la vida. Fui apuntando cada nota, acorde y silencio de la canción para después cantar a media voz. ( http://www.youtube.com/watch?v=dDmDOBKdy44 ).


Narra Dougie:


No esperaba su llamada. Salí de la ducha aún sonriendo. Joder Dougie, parecerías un gilipollas. No hacía más que pensar en ella y Gabriel pero tenía que confiar en lo que me había dicho. 

Me vestí con una camisa que me había regalado Gio la semana pasada. Tom había tenido mucha suerte al encontrar a la persona con la que pasaría toda su vida, no ha tenido que pasar, hasta el día de hoy, por algunos momentos en los que la vida te jode pero a la vez te espabila y hace que veas la realidad tal y como es. Bajé al salón y mientras Tom y Giovanna estaban en el jardín echando fotos a los gatos, fui a imprimir la foto que tenía con ella. Se la daría el martes. Salí corriendo al jardín, me asomé a la puerta y grité:

- Me dijo Cantia esta tarde que os dijese que muchísimas felicidades.
- Dila que muchas gracias y que a ver si tengo la suerte de conocerla algún día.- Dijo Giovanna.
- Lo mismo digo.- Dijo Tom mientras sacaba una última foto a Marvin para después colgarla en Twitter.


Media hora después salimos hacia el restaurante. Tom se había empeñado en llevarme. Llevaba demasiado tiempo sin coger mi coche. Llevaba en el garaje de Tom varios meses… Al llegar, todos los demás estaban esperándonos en una mesa del fondo. Deje a la pareja sola, sabía que iban a tener que decir cuatro ‘gracias‘.


- ¡¡Felicidades!!.- Gritaron todos.
- ¡¡Gracias!!.- Dijeron Tom y Gio imitándoles.


Después de que todos les saludasen, Harry fue el primero en saludarme.


- Cariño mío.- Dije abrazándome demasiado fuerte.
- Mi pene favorito.- Dije riendo.


Los demás observaban la épica escena riendo e Izzy fue la siguiente en saludarme.


- Cariño.- Dijo sonriendo.
- ¡Chst! Deja a mi mujer tranquila.- Dijo Harry.
- Anda, deja a Dougie que es listo y es bisexual.


Los dos reímos y la di dos besos. Después llegó Geo y con su mítica sonrisa me abrazó. Me alegraba tanto de que Danny la hubiese encontrado. Al llegar Danny… bueno, fue Danny.


- ¡Cacho cabrón! Dile a Harry que tú al que quieres es a mí y que soy tu amante.- Dijo gritando.
- Sí Danny, sí. Harry, bla bla bla.
- No cambias.- Dijo sonriendo a la vez que nos abrazábamos.


Nos sentamos y la cena fue tranquila. Dejamos que Geo, Izzy y Giovanna hablasen de la boda, no cambiaron de tema en toda la noche, mientras que nosotros estuvimos hablando de los próximos conciertos en España. Al nombrar ese país, me acordé de que se lo tenía que contar a ellos…


- Maricas, os tengo que contar algo.- Dije señalando a Danny y Harry.
- ¿Y Tom?.- Preguntó Harry.
- Ña, él ya lo sabe.
- Es lo que tiene que el enano viva conmigo.- Dijo Tom con to node superioridad.
- Te vas a tener que venir a vivir conmigo, ¿eh?.- Dijo Danny.
- No, conmigo que para eso soy su responsable.- Dijo Harry.


A los pocos segundos comenzaron a ‘pegarse’ como siempre mientras Tom y yo comíamos un trozo del pastel que habíamos pedido de postre.


- ¿Habéis acabado ya, niños?.- Preguntó Tom.
- Sí.
- Dougie, ya puedes seguir.


Les conté lo mismo que a Tom y al pronunciar las palabras ’he conocido’, Izzy y Georgia dejaron de escuchar a Giovanna. Al acabar, Harry fue el primero en acabar.


- Cariño, será perfecto vivir en la poligamia.
- Harry, cielo, lo tuyo no es normal.- Dije riendo Izzy a la vez que le daba un pequeño beso.
- Tío, ya sabes lo que pienso respecto al tema, lo hablamos hace dos semanas, solo te digo que no te precipites y que estés seguro antes de intentar algo serio. 
- Sí, lo sé.- Dije serio.
- Me alegro mucho, Doug, de verdad. Ya sabes que nos tienes para todo, lo bueno y lo malo y que siempre serás tú el que elija.- Dijo Geo sonriendo de una manera comprensible y mostrándome todo su apoyo.
- Pues eso, que el pequeño de la familia se nos ha enamorado.- Dijo Giovanna riendo.
- Wishin' I could be with you, and to share the view… - Comenzó a cantar Danny.
- We could’ve fallen in love.- Siguió Tom.

Los miré sonriendo y les pegué en el brazo, total, que al final acabé en el suelo siendo aplastado por tres tíos demasiado tontos.


Tom y Giovanna se empeñaron en pagar la cena y después fuimos a un pub del centro de Londres a tomar unas copas. La noche acabó bien, no hubo desfases. Al día siguiente habíamos quedado todos en casa de Tom, junto con Fletcher, a las diez para hablar del concierto en Jakarta el veinticuatro. Le había dicho a Cantia que el martes por la tarde iba a ir al estudio pero en realidad cogíamos el vuelo, se me había olvidado por completo. Quería que llegase el maldito martes.


                                                       **


sábado, 20 de agosto de 2011

Capítulo XI

Gracias. Sí, empiezo así y el por qué es muy claro: tenías que haber dejado de leer este fic y por no hacerlo, sois las mejores lectoras que un escritor puede tener, de verdad. Sé que en este capítulo he tardado demasiado tiempo en subir y no avisé pero estos días no he tenido ordenador y ahora estoy de viaje y bueno, os dejo un trozo de lo que iba a ser este capítulo. No me ha dado tiempo a acabarlo pero en cuanto vuelva lo haré y lo subiré. Espero que os guste esto y de verdad, que si no, no dudéis en decírmelo. Muchísimas gracias por todo.


                                                  **



Salió del coche y corrió hacia la casa de Tom. Miré el reloj. Las siete menos veinticinco, no iba a llegar a tiempo. Antes de arrancar miré por última vez a Dougie. Este estaba intentando abrir la puerta con todas las llaves pero su intención fue nula por lo que decidió llamar. Se removió el pelo y me sonrió. 
Salí de la urbanización y paré el coche en una acera para poder llamar a Gabriel y avisarle de mi retraso. Me dijo que no me preocupase, que me estaría esperando en la cafetería del aeropuerto y que tuviese cuidado en la carretera. Con un poco menos de presión, me encaminé al aeropuerto. Cada vez llovía más y los limpiaparabrisas no daban abasto. La carretera estaba totalmente colapsada por el tráfico hasta llegar al desvío para el aeropuerto. Al llegar, aparqué en el parking y antes de salir algo me vino a la cabeza. Dougie se había dejado el bajo en casa. Luego le llamaría. Me encaminé a la cafetería y pude ver a Gabriel. Se dio cuenta de mi presencia y comencé a correr hasta su posición. En menos de un minuto ya estaba abrazada a él como en los viejos tiempos. Le había echado de menos. Tan solo pude comenzar a sonreír como una niña pequeña. Él era como mi hermano mayor, me había ayudado demasiado, tanto en los buenos como en los malos momentos. Nos separamos y me bajó al suelo. 


- Pequeña, se te comenzaba a echar de menos.- Dijo sonriendo.
- Feo, se me hace raro hablar español.- Comencé a reírme.- ¿Se me comenzaba?.- Dije enfadada.
- No, se te echaba de menos, rectifico. Echaba de menos tu sarcasmo.
- En fin, me echabas de menos.- Le abracé.- Yo también.
- No cambias.
- Ni lo haré, já. Oye ¿sigues creciendo?
- No sé, yo creo que sí, ya sabes, Ángela me dio un buen entrenamiento y creceré de por vida.
- Creído.
- Modesta.


Comenzamos a reírnos y le pegué en el brazo. Gabriel es perfecto en todos los aspectos. Mide un metro ochenta y cinco. Me saca una cabeza y por eso se ríe de mí. Tiene unos ojos marrones tan profundos que cautivaban a cualquiera, al igual que su sonrisa. Tiene un pelo negro azabache exactamente del mismo color que el mío. Entre los dos formamos ‘El equipo Z’ y no sabemos por qué nos llamamos así, solamente significaba que nuestros cabellos eran del mismo color. Y ya os podéis imaginar el resto; eso es lo de menos porque lo que más me importa en una persona es realmente su forma de ser, y en ese aspecto Gabriel y yo éramos iguales. Teníamos un tipo de conexión inexplicable pero que los dos entendíamos. Los dos competimos en natación hasta que comenzamos a estudiar nuestras carreras y nuestra entrenadora se llamaba así, Ángela. Con él siempre había sido más estricta que con el resto debido a que Gabriel era el mejor del equipo en dos de los cuatro estilos que existen.






Gabriel cogió la maleta y nos dirigimos al parking. Le dije que fuese metiendo las cosas al maletero del coche mientras yo iba a pagar al cajero. No estaba muy lejos del coche, pero si lo suficiente como para poder llamar a Dougie sin que Gabriel me acribillase a preguntas. Saqué el móvil del bolsillo de la sudadera y le busqué en la agenda. Todavía tenía puesto ‘Mister X’, no pensaba cambiarlo. Llame y esperé todos los pitidos posibles hasta que me salió el contestador de Doug. Estaría ocupado, durmiendo o haciendo el bobo por casa de Tom. A los pocos segundos el móvil comenzó a sonar, era Dougie.


- ¡Pecas!.- Dijo animado.
- ¡Dougie!.- Dije riendo.- ¿Qué estabas haciendo tú para no cogerme, eh?
- Tocarme.
- Por favor, eres tonto.
- Hahahaha. No, estaba en la ducha y justo cuando iba a salir para coger el móvil, me he caído y has colgado.- Dijo riéndose.
- Pobrecito… ¿Estás bien?.-  Dijo preocupada.
- Sí, solamente me he abierto la cabeza, me he roto la muñeca y me estoy desangrando, pero tú tranquila.
- Te odio.
- Yo también. Cantia, ¿me llamabas para decirme algo, verdad?
- Sí, pero qué pasa, ¿qué no te puedo llamar?
- Por supuesto, a mí no me importa de verdad, me puedes llamar cuando quieras.- Dijo riendo.- Pero se me hace raro que me llames ahora…
- Pues ahora es el momento idóneo. Estoy en el cajero del parking, sola y sin nadie que me pregunte, ‘¿Quién es?’.
- Dougie Poynter al habla.
- Recibido. Te has dejado el bajo en mi casa.
- Es verdad… Da igual, ya paso… ¿pasado mañana te viene bien?
- Por mí puedes venir cuando quieras.
- Pero está Gabriel.
- ¡Qué más da! Pero como quieras.
- Ya paso pasado mejor, ¿voy a eso de las ocho? Es que por la tarde tengo que ir al estudio…
- ¿Por la mañana?
- Pues claro.- Comenzó a reír.
- Vale bien y así me acompañas a la universidad, que entro a las diez. 
- Como me utilizas.
- Ya ves… Bueno, me casaré con tu bajo, ¿vale? Es decir, si el martes llegas y no te contesta ni Luna, es porque me he ido con mi marido de vacaciones a Viena.
- Vale, te veo por Viena. 
- Que bobo eres.- Dije riendo.- Ey, que te dejo que me tengo que marchar ya para el coche que he dejado a Gabriel hablando solo y sospechará de mi presencia.
- Tranquila, yo voy a acabar de ducharme.
- Hasta pasado mañana torpe.
- ¡Eh! Que no ha sido mi culpa caerme.- Dijo ofendido.
- Tampoco fue la mía caerme en el supermercado.- Dije imitando su voz.
- Que chavala… Que te lo pases bien.
- Lo mismo digo. Un besito.- Dije feliz.
- Que buena eres…


Colgó y comencé a caminar hacia el coche. Tenía que contar demasiadas cosas a Gabriel. Al llegar, Gabriel me miró haciéndose en el ofendido y entré en el coche.

- Pequeña, ¿qué te has perdido de camino al cajero?
- Algo parecido, había mucha gente.


Ambos comenzamos a reír y Gabriel puso la radio. Sonaba jazz y eso hizo que me relajase. Durante el camino nuestras conversaciones variaban drásticamente. Me estuvo contando algunas anécdotas de España. Me dijo que había estado saliendo con una chica de la universidad durante tres meses, pero que lo habían dejado hacía escasamente un mes porque según ella eran ‘completamente distintos’ y obviamente, sacó el tema de mis relaciones. Él ya había sido informado sobre el bonito final de mi relación con aquel… bueno, calificativo aparte, gracias a Internet y sus queridas redes sociales, pero el tema Dougie sería hablado seriamente en el sofá de casa acompañados por unas cuantas cervezas. También me contó que estuvo hablando con Silvia por la noche y que le dijo que me dijese que dentro de dos meses vendría a visitarme. Tenía claro que en verano iría a España, concretamente a Santander, mi ciudad. Echaba de menos demasiadas cosas pero también he de admitir que la independencia y Londres están muy bien. 

Hubo un momento en el que Gabriel sacó su iPod y puso la canción indicada para que comenzase a pensar absolutamente en todo. Sonaba ‘Only One’ de Yellowcard. Esa canción la había escuchado varias veces acompañada de Adriana, una verdadera amiga, ycreo que esa letra había marcado nuestros dieciséis años de una manera impresionante. 


Eran las ocho menos veinte y todavía no habíamos llegado a casa. Gabriel dio la idea de ir a cenar a un McDonald’s, en realidad no me apetecía cocinar nada y si hubiésemos acabado cenando en casa, probablemente Gabriel habría tenido que cenar la tortilla de la noche pasada y yo me hubiese con un simple vaso de leche. Fuimos a un McDonald’s cercano a la carretera y cogimos la cena en el McAuto. Quince minutos después ya estábamos en casa, tirados en el sofá con la MTV puesta, hablando por teléfono con Silvia, gracias al manos libres, y cenando nuestra sana cena acompañados de unas cervezas y la encantadora mirada de Luna. La conversación no pasó de temas tontos y de frases con doble sentido por parte de Silvia como ‘espero que no hagáis ninguna locura sin mí’ o ‘sed responsables y adultos y no hagáis tonterías por la noche’, nada raro comparado con las idioteces sumamente incoherentes que solía decir bajo los estragos causados por el alcohol. Di las gracias a Silvia de que no hubiese sacado el tema de Dougie, prefería contárselo yo. 


Entre los tres, no parábamos de reír y de recodar los buenos tiempos una y otra vez pero nada más colgar a Silvia recibí una llamada de mis padres. Llevaba sin hablar con ellos cuatro días y eso era totalmente extraño. Les conté lo mismo de siempre y añadí la pequeña visita de Gabriel. También les dije que en menos de tres meses me tendrían de vuelta en casa y que diesen recuerdos a toda la familia pero antes de despedirme, tuve mi maravillosa conversación con mi padre. Siempre sabe sacarme una sonrisa y hacer ver la realidad tal y como es pero ante todo, me había enseñado a ser yo y a saber cometer un error, aprender la lección y levantarme a cada caída. Es un gran apoyo para mí y siempre lo será, pase lo que pase. 


Acabamos de cenar y entre los dos intentamos dejar el salón y la cocina lo más recogido posible. Gabriel me miró y ambos sonreímos mientras cogía dos packs de cervezas. Esa noche iba a acabar siendo demasiado sincera. Nos sentamos en el sofá y Gabriel bajó el volumen de la televisión. 


- Cantia, cuéntame eso que me tienes que contar.
- Eh… ¿Cómo sabes que te tengo que contar algo?.- Pregunté extrañada.
- Tengo telepatía, ¿no lo sabías?.- Dijo son sarcasmo.- Pues a ver, te conozco desde hace ocho años y sé que algo te pasa por esa cabeza y además, somos tres.


Vale, ya decía yo que era raro que Silvia no le hubiese dicho nada, al fin y al cabo tenía razón, somos tres. Creo que comencé a contarle todo empezando por el final, es decir, la última llamada de Dougie. 



                                                    **



jueves, 11 de agosto de 2011

Capítulo VI. (Sé que lo subí, pero lo borré sin querer)

  

Era un pequeño local pero a la vez acogedor. Tenía un pequeño camino hecho de piedras que conducían a la entrada y estaba rodeado de pequeñas flores de colores.
 Llegamos y al entrar, nos sentamos en una mesa que había al fondo, un poco apartada de las demás. El bar no es que estuviese lleno pero Doug, por si acaso, mandó que pusiesen un biombo al lado de la mesa. Dougie fue rápido y sacó la silla para que pudiese sentarme. Me quitó la chaqueta y la colocó en el respaldo de la silla. Me quedé observando cada movimiento y cada sonrisa que me dedicaba.
- Dougie, que no hace falta, ¿eh? Que no soy manca.- Dije a la vez que reía.
- Jo, es que me apetecía hacerlo...
- Lo tuyo no tiene solución.- Dije todavía riéndome.
 Cogió la única 'carta', si se puede llamar así al papelito que está detrás de las servilletas en los bares, y comenzó a leer a la vez que ponía caras y decía tonterías.
- Cuando quieras me dejas escoger la comida y tal...
- Oh no pecosa...- Dijo con picardía.
 Seguidamente llamó al camarero y pidió por los dos. No pude escuchar lo que me había pedido ya que Doug parecía hablar en clave con éste.
- ¿Por qué no me has dejado pedir a mí?.- Dije a la vez que ponía una cara triste.
- Porque lo que te he pedido yo te gustará más.
 Parecía que la sonrisa se había quedado instalada en su cara durante toda la tarde. Tenía un brillo en sus ojos especial y con cada mirada hacía que la mía bajase hasta fijarla en el suelo.
- Bueno, ¿y cuál es tu comida favorita?
- hahahahahhaha ¡Bien! Pues no sé... me gusta mucho el chocolate, como a la mayoría de las personas, pero me quedaría con la tortilla de patata española de mi madre.
- 'Tortilla' , la probé la última vez que viajamos a España y podría decirse que también es la mía, aunque me gustaría probar la de tu madre...
 Comenzamos a reírnos a la vez. No nos habíamos percatado de que el camarero ya había llegado con la bebida.
- ¿A qué la bebida te gusta? Vamos, su color.....- Me dijo sonriendo.
- ¡Sí! Es muy, muy, muy original. Pero, una pregunta, ¿qué es?- Dije a la vez que cogía la pajita y daba un sorbo a la bebida.
- Pues a ver empiezo. Coca-Cola, Fanta de naranja, Fanta de limón, Nestea y hielo.
- ¿Qué, qué? ¡Alaa! Pues está buenísimo.
- Ya lo sé. Captain Dougwash tener buenas ideas.
 Al acabar esa frase hizo que un hilo de baba recorriese su barbilla. Le miré y comencé a reírme como nunca lo había hecho. Doug se limpió y me sonrió sacándome la lengua.
 Unos minutos más tarde, llegó el camarero con la comida. Sí eso, la comida. Antes de que pudiera ver de que consistía la que sería mi comida, Doug se levantó y me tapó los ojos con las manos. Se acercó a mi cuello y susurró un 'te va a encantar' que hizo que todos mis sentidos se activasen por completo.
 Me vendó los ojos con la servilleta que había encima de la mesa y cogió lo que había en el plato. Me lo acercó a la boca y mordí un cacho. Sabía dulce y era un sabor que nunca antes había degustado. Yo no soy de esas personas que no son capaces de probar nuevas comidas y dar al paladar un sabor al que no estuviese acostumbrado.
-¿Te ha gustado?.- Me preguntó.
- ¡Sí! Dime qué es anda...
 Dougie me quitó la servilleta que vendaban mis ojos y me sonrió. Bajé la mirada hasta mi plato y pude ver que era un sándwich... un sándwich de... no sabía que era.
- Um... Un sándwich... Elemental... ¿Me podrías decir de qué está hecho?.- Dije guiñándole un ojo.
- No puedo hacerlo pero con eso que acaba de hacer usted, pecosa, no puedo negarme. Veamos... Esta exquisitez que usted a podido degustar es un sándwich inventado por Tom y Dougie en sus momentos de aburrimiento, que dan lugar a nuevos experimentos.- Dijo moviendo la cabeza con cierta superioridad.- Esta compuesto por miel, mermelada de melocotón, trozos de galleta y magdalena y sirope de chocolate.
 Acabó esa frase con la mirada fija puesta en mí y una sonrisa.
- Pues me gustaría decirle a usted, que este sándwich es el mejor que jamás haya probado.- Dije sonriéndole.
 Comimos entre risas y silencios que acababan en pequeñas competiciones de quien aguantaba más tiempo sin reírse. Siempre ganaba él porque sus caras y movimientos no ayudaban para nada en mantenerse callado y mucho menos en poder encontrar la concentración. Acabamos el sándwich y el camarero vino con nuestro postre, un 'petit-suis' de fresa.
- Dougie, ¡Petit-suiseeees!.- Dije sonriendo como una niña pequeña.
- Sabía que te gustaría este postre porque a mí me encanta.
 Al acabar de hablar cogió el petit-suise y lo abrió. No cogió la cuchara, solamente se dedicó a lamerle como si tuviese siete años. Al acabar me miró y sonrió.
- Jo, que lenta eres... ¡Dámele a mí!.- Dijo poniendo pucheritos.
- No es que sea lenta, es que sé comer con tranquilidad y como una persona adulta, no como tú pequeñín.- Dije cogiéndole una mejilla. Sí, como las señoras mayores.
- ¡Ala lo qué me ha dicho la pecosa esta! Ya verás...
 No me dio tiempo a reaccionar. Dougie había cogido mi petit-suise y había untado su dedo en él para después mancharme la nariz.
- Te queda muy bien ese nuevo maquillaje.- Dijo riéndose.
- ¡Já! La guerra acaba de empezar.- Dije frotándome las manos.
 Cogí el petit-suise de la mesa y le pinté un bigote, unas gafas y pecas por la cara.
- ¡Voy a verme al espejo!.
 Me sonrió y fue corriendo al baño. Llegó y me sonrió picaramente.
- Me gusta como pintas Pecas.- Dijo sacándome la lengua.- Pero este momento hay que inmortalizarle con una foto.
 Sacó su iPhone y nos sacamos la foto. Yo salía sonriendo y él sacando la lengua.
- Será mi fondo de pantalla desde ahora.
- Jo, pues yo también quiero que sea el mío, jum.- Dije poniendo pucheritos.
- No llores enana, lo será.
 Nos miramos y comenzamos a reírnos como siempre que pasaba eso. Nos limpiamos la cara con las servilletas y Dougie pidió la cuenta al camarero.
- ¿No pretenderás pagar tú, no?
- Pues sí. ¿Algún problema, eh, eh ,eh?.- Dijo poniendo voz de macarra.
- Pues sí. Que la que ha dado la idea de venir a comer he sido yo y pienso pagar yo.
 Me levanté de la mesa y eché a correr hacia la barra. Dougie enseguida hizo lo mismo y al alcanzarme me cogió de la cintura y me paró en seco. Acercó su boca a mi oído.
- Soy yo el mayor y el capitán, pago yo enana.
- Esto no se queda así.- Le dije desafiante.
 Dicho esto cogió su cartera y pagó la comida. Volvimos a la mesa y cogimos nuestras cosas. Salimos del bar y Dougie me sonrió.
- Son las cuatro y media. ¿Qué quieres hacer?
- Pues... tengo descargada una película que me apetecía ver esta tarde en casa, ¿vienes?
- Aceptaré encantado. Además, en tu casa no hay peligro, ¿no?.- Dijo sonriendo.
- Sí, está mi perra así que cuidadín.
- Me portaré bien. No quiero morir tan joven.
- Mira que eres...
 Me miró y me tocó la nariz. Eso hizo que arrugase la cara y Dougie se rió.
- Pero que graciosa eres.- Dijo sonriéndome.
 Comenzamos a andar rumbo a mi casa. Dougie sacó su móvil y puso los cascos. Me pasó uno y puso música. Durante todo el camino estuvimos escuchando a Blink. Conocía ese grupo gracias a él y realmente me encantaba su música. Doug se pasó todo el camino cantando las canciones en bajo y de vez en cuando me miraba y sonreía. Pero en una de ellas pudimos fundir nuestras voces. Su canción favorita, ' Don't tell me that It's over'. Dougie y yo comenzamos a cantar en alto y a hacer el bobo por la calle. Menos mal que no había mucha gente por aquellas calles y la mayoría no reconocía a Doug porque de no ser así, nos hubiesen arrestado por el típico 'exceso de decibelios'. Solamente vinieron dos fans de unos doce años a pedirle un autógrafo.
- No sabía que te gustase Blink... por cierto, cantas genial.- Me dijo sonriendo y mostrando una cara de alegría un tanto especial.
- Escucho su música gracias a ti. Es lo que tiene ser McFlyer, sabes todos los gustos de tus cuatro ídolos.- Le dije sonriendo.
- En serio, cada vez me sorprendes más.
 Nos miramos y me sonrió feliz. Comencé a ruborizarme y él pudo notarlo porque seguidamente bajó la mirada y sonrió.

                                                                        **
 
Holaa! :D Lo primero, sé que os prometí subir el siguiente hace muchos días pero no me funcionaba el Blog y no pude subir nada D: Lo siento de verdad, lo siento mucho.
Os doy las gracias de todo corazón por leer este fic. Es muy importante para mí vuestro apoyo, de verdad.
Y nada más que decir, que espero que os guste tanto como a mí escribirlo ^^
Os quiero, gracias :) 

miércoles, 10 de agosto de 2011

Capítulo X


He vuelto. Siento haber tardado diez días en subir pero como ya expliqué en el capítulo anterior, mis ideas eran confusas. Gracias a todas las que leéis esta historia, mil gracias. Y gracias a esas personas que me apoyan cada día. 


                                                      **


Volví a tocar de nuevo, tal y como él me había dicho. Sonaba perfecto. Dejé el bajo en el asiento libre del sofá y observé a Dougie. Estaba mirándome con una sonrisa en la cara. Sus ojos brillaban.


- Impresionante.
- Si bueno… no veas.- Dije sacándole la lengua.
- Hazme caso o te saldrán más pecas.- Dijo guiñándome un ojo.
- ¡No por favor!.- Dije riéndome a la vez que me levantaba del sofá.
- ¿Se puede saber a dónde va usted señorita?
- Idiota mío, son las nueve menos cuarto de la mañana. Al levantarme tan pronto, es como si serían las doce de un domingo normal. Luna necesita salir a hacer eso.
- ¿Eso?.- Dijo riendo.
- Que cachondo eres… - Dije negando con la cabeza.
- Sí, ya lo sabía. No tardes mucho que si no, habrá consecuencias.- Dijo intentando intimidarme.
- Creo que eres la única persona que he conocido hasta el momento que consigue intimidarme. Me das miedo.
- Me siento alagado.- Dijo guiñándome un ojo y sonriendo.


Subí las escaleras y fui al baño. Me lavé los dientes. Todavía tenía el pelo un poco húmedo y despeinado. Me lo sequé un poco y me lo alisé. Sabía que estaba lloviendo y que se me ondularía pero me apetecía dejar que las ondas desapareciesen por un momento de mi melena. Habían pasado una media hora desde que había subido y se me hacía raro que Luna no hubiese salido. Algo pasaba. Fui a mi habitación y abrí el armario. Decidí ponerme unos pitillos claros y una sudadera roja de ‘Duff’ con una simple básica blanca debajo. Esa sudadera me traía demasiados recuerdos de España junto con Silvia. Me puse unas converse negras y me eché colonia. Tenía una pequeña balda llena de ellas, me encantaban. Bajé las escaleras y el panorama que había en el salón era muy cómico. Dougie se había quedado dormido en el sofá y Luna estaba en su regazo haciendo lo mismo que él. Doug tenía la boca abierta y dejaba caer su brazo izquierdo fuera del sofá. Llamé a Luna silenciosamente. Bajó y la cogí en brazos. Fui hasta la cocina y allí la puse unas cuantas galletitas para perro. Volví al salón y me remangué las mangas de la sudadera. Me tumbé poco a poco encima de él y soplé levemente cerca de su boca. Dougie abrió uno de sus ojos y me sonrió.


- Eres un rancio. Te duermes por los rincones.- Dije sonriéndole.
- No, ahí te equivocas. Te dije que habría consecuencias.- Dijo riendo.
- Ah, ¿qué esta ha sido la consecuencia?

Me intenté levantar del sofá pero no pude. Dougie puso una de sus manos en mi espalda y me volvió a tumbar.


- No, al principio tenia pensado hacer otra cosa pero tardabas demasiado y me aburría así que…
- A saber lo que tenías pensado hacer al principio…
- Nunca lo sabrás.
- Pues me enfado. Por cierto, ¿me dejas levantarme?
- Pues enfádate. ¿Y si no me apetece a mí que te levantes?
- Pues habrá consecuencias.
- Me apetece ver esas consecuencias.
- Uy… Yo creo que no, son muy agresivas.
- Da igual me apetece verlas.
- Tío, eres masoca. Me da pena hacerlo pero… tú lo has querido.


Le miré y guiñé un ojo. Doblé una de mis rodillas y le di un pequeño rodillazo. Sí, en WillyLand. Rápidamente me levanté y me tapé la boca con las manos. Dougie comenzó a jurar y a moverse a lo largo del sofá.


- Perdón, perdón, perdón.
- ¡Joder lo qué tiene que hacer uno! ¡Joder!
- Te avisé.- Dije sin poder contener la risa.

Se levantó del sofá y vino donde mí para darme un abrazo. Que simple era.


- Dougie, ¿se puede saber el motivo de esta situación?.- Dije riéndome.
- Pues porque así se me pasa el dolor y el enfado de Willy y porque me apetece.- Dijo dándole más énfasis a ese abrazo y haciendo que mis pulmones captasen un pequeño porcentaje de lo necesario para poder respirar.
- Doug, si sigues apretando más, creo que comenzaré a híperventilar.
- Y te tendré que hacer el boca a boca. Um… creo que seguiré apretando.
- Por favor, me muero en el momento y no quiero hacerlo sin antes conocer a los otros tres.
- Hahahahahaha vale, te suelto. No te mueras.- Dijo sonriendo.


Fui a la cocina siendo seguida por Doug y preparé a Luna para sacarla. Antes de salir cogí las llaves, el móvil y un poco de dinero mientras Dougie se ponía su cazadora. Salimos y al salir del portal noté el frío y la humedad en mi cara. Dougie me miró y me sonrió. Se puso sus gafas y se levanto el cuello de la cazadora. Yo me puse la capucha y metí las llaves y el móvil en el bolsillo de la sudadera. 

- Vayamos de camuflaje. Somos ninjas.
- Dougie, sí.


Ambos comenzamos a reír a la vez que caminábamos a lo largo de la calle. No había demasiado ambiente en las calles, ni por parte humana ni por el tráfico. Se notaba que era domingo, temprano y que el tiempo no acompañaba para nada. Todos los establecimientos estaban cerrados por aquella zona excepto una pequeña cafetería. Vendían cafés para llevar pero la entrada a perros no estaba permitida. Dougie se ofreció a entrar a la cafetería pero veía sus intenciones, quería pagar él, así que él se quedó fuera con Luna y yo entré. Había dos ancianos leyendo el periódico y tomando un café y dos mujeres, no muy entradas en edad, intercambiando ‘chismes’ entre ellas animadamente. Me acerqué a la barra y a los pocos segundos, una mujer joven me atendió. Pedí dos cafés y pagué. La mañana fue tranquila y divertida. Durante el paseo, algunas fans reconocieron a Dougie y, como es obvio, le pidieron que se echara unas fotos con ellas y que las firmara un autógrafo. Me sentía extrañamente observada y las miradas variaban. Había desde las más tranquilas y dulces, hasta las más brutales y asesinas. Por lo demás, el paseo fue tranquilo, ameno y divertido. Doug había recibido algunas llamadas y me comentó que todas ellas habían sido de Tom. Esa noche habían quedado todos para cenar en un famoso restaurante de Londres aprovechando la noticia del compromiso de Tom y Giovanna.


- Si alguno de ellos sabe quién soy, felicítales de mi parte.
- Tranquila que lo haré.- Dijo Dougie sonriendo.


Eran las doce del mediodía cuando llegamos al portal. La mañana había aguantado sin llover pero pronto comenzaría a hacerlo. El cielo cada vez se tornaba más de un gris oscuro. 


- Quédate a comer.- Dije con una sonrisa.
- Cantia, creo que ya he sido demasiada molestia por hoy, pero gracias.- Dijo tocándose la nuca.
- Que no bobo. Solo me has despertado demasiado temprano un domingo, no es nada.
- Se nota el sarcasmo en tu voz pecosa.
- Dougie, que te lo digo en serio, quédate. Te invitaría a comer un pincho a un bar al que suelo ir los viernes por la noche a escuchar nuevos grupos.- Dije riendo.- Seguro que te gusta su bocadillo de jamón y queso.
- Eso no lo dudes. Oye, pues un día me tienes que llevar contigo.
- Eso no lo dudes.
- No me copies.
- No lo hago.
- Si lo haces.
- No. Quédate a comer.
- No hay quien te gane.- Dijo suspirando.
- Sí, soy muy cabezota. 
- Se ve.
- ¿Te quedas o no?
- No me puedo negar.


Sonreí y entramos al portal. No sé por qué, pero acepté a subir en el ascensor con él. Dougie comenzó a pulsar todos los botones y el ascensor no paró de subir y bajar hasta que Doug se cansó y pulsó el adecuado. No podía parar de reír.


- Eres demasiado.- Dije aún riendo.
- Soy Dougie, señorita, Dougie Poynter.

Llegamos a casa y Dougie se tiró en el suelo. Quité a Luna su correa y rápidamente corrió hacia él.


- Pecosa, creo que Luna se ha enamorado de mí.
- Sí, es que le van los humanos.
- Me casaré contigo.- Dijo mirando a Luna.
- Por favor, tú ya estás casado con Harry. Dougie, poligamia no.- Dije riendo.
- Jo, es verdad… me divorciaré de él.
- ¿Estás tonto? Pudd es para siempre.
- Sí… eso es verdad. Luna lo siento pero lo nuestro es imposible.- Dijo intentando llorar.


Le miré y ambos comenzamos a reír. Fui a la cocina mientras Dougie iba al salón y ponía MTV. Volvió a la cocina y al entrar se remangó las mangas de su camisa.


- Cocinemos.
- Así me gusta, con ese espíritu.- Dije riendo.
- Hagamos macarrones. Macarrones con muuuuuucho tomate. Repito, muuuucho.
- Vale. Hagamos macarrones con muuuuuucho tomate.
- ¡Bien!.- Dijo saltando.
- Infantil.
- Pecosa.
- Reptil.
- Eso es un halago. Patosa.
- ¿Todas tus palabras acaban en -osa?
- Sí. Osa.

Fui donde él y le di en el brazo. Dougie me sacó la lengua y después se hizo el ofendido.


- Eres bipolar.
- Y tú muy graciosa.- Dijo sonriendo.


Dougie fue abriendo cada armario en busca de los macarrones hasta que al fin los encontró. Yo mientras llené la cazuela con agua y lo puse en la vitrocerámica. Mientras el agua comenzaba a hervir y yo iba echando los macarrones, Dougie preparaba la mesa en el salón. Sí, raras veces comía en la cocina y al parecer, él también. Al llegar, Doug comenzó a hacer ruidos raros e hizo que me sentara en una silla mientras él se ocupaba de los macarrones.


- Lo puedo hacer yo solita. No tengo siete años.
- Me hace ilusión hacerlos yo. Y sí, tienes siete años.
- Entonces tú tienes once.
- Sigo siendo mayor que tú.


Comenzó a reírse mientras yo le observaba de una manera extraña. Fue a la nevera y sacó el tomate a la vez que sacaba de un cajón una cuchara de palo.


- Ya veo que sabes dónde están las cosas.
- Sí, es lo que tiene abrir todo los armarios en busca de algo que no encuentras.
- Que listo eres.
- Ya lo sabía.
- Viva el ego.
- Que sepas que me sigues con la mirada. Miedo.
- Es que quiero tenerte vigilado. Nunca se sabe lo que puedes acabar haciendo.
- Cosas malas y perversas. 
- Yo nunca me equivoco.


Los dos comenzamos a reír y Dougie apagó el fuego. Pasó los macarrones a un bol y fue al salón.


- Dougie, ¿y el tomate?
- Mola más si lo echas directamente en el plato, ya verás.
- Tú y tus mezclas.
- Ajá.


Fuimos al salón y nos servimos. Durante la comida Dougie no dejó de hacer tontería y guarradas. Él fue el que me echó medio bote de tomate en los macarrones y quién me enseñó a comerlos uno a uno con los dedos. Según él, si hacías ruido eras aún mejor y si comías con las manos, disfrutabas aún más. En uno de sus arrebatos, cogió el bote y su boca se adueñó del tomate restante. Dougie me ofreció de su lengua pero yo no pude hacer otra cosa que reírme. Después de recoger todo, no sé como pasó que Dougie y yo nos quedamos dormidos en el sofá. Al despertarnos todo era demasiado embarazoso. Yo estaba recostada en una esquina del sofá mientras que Dougie estaba tirado todo lo que era de largo en él y su cabeza reposaba tranquilamente en mis piernas. Miré el reloj que había encima de una de las estantería y pegué un salto. Las seis y cuarto. Dougie calló al suelo y yo comencé a preparar el bolso. 


- Vale, no te preocupes por mí.- Dijo haciéndose el ofendido.
- Lo siento, jobar, nos hemos quedado dormidos y tengo que ir a recoger a Gabriel al aeropuerto a las siete menos cuarto.- Dije mientras me calzaba.
- ¿Gabriel?.- Dijo extrañado.
- Sí. Es mi mejor amigo y viene hoy de España. Solo se queda un día pero es bastante. Llevamos demasiado tiempo sin vernos.
- Ah… no lo sabía. Sí, yo también tenía que ir a casa de Tom a las siete o por ahí.- Dijo con un tono serio.
- Dougie, ¿te pasa algo?
- No, tranquila. Bueno, te espero en la puerta.
- Vale…


Fui al baño y me peiné. Me dirigí al salón y metí las llaves del coche al bolso. Salimos y bajamos andando las escaleras. Estaba lloviendo demasiado. Me puse la capucha de la sudadera, pero no ayudó demasiado. La temperatura habíha bajado notablemente y mi cara fue la primera en notarlo. Dougie me acercó a su cuerpo y me tapó un poco con su cazadora. Podía respirar su aroma y sentir su calor. Le guié hasta la calle donde se encontraba el coche. No estaba muy lejos pero tampoco éramos impermeables. 


- Bueno Cantia, yo me voy para casa de Tom.
- No Dougie, deja que te acerque hasta allí.
- Está un poco lejos… a quince minutos en coche y luego tienes que ir al aeropuerto… no vas a llegar a tiempo.
- Que sí joder.  ¿Tú has visto cómo llueve? 
- Ya pero paso de que llegues tarde…
- Y yo paso de que estés malo dos semanas, ¿sabes?
- Cantia…
- Dougie, sube ya al maldito coche que parecemos idiotas hablando en medio de la calle mientras llueve como si nunca lo hubiese hecho y en frente de mi coche.
- Quizá lo seamos… Joder, no hay quien te gane.
- Gracias.- Dije sonriendo.


Entramos al coche y puse el aire acondicionado. Arranqué el coche y puse ‘There is noting left to lose’ en el reproductor. Era el primer disco de los Foo Fighters que mi padre me había regalado. Tenía doce años pero para mi padre era su favorito.


- ¿Te gustan los ‘Foo Fighters’?.- Preguntó extrañado.
- Sí, mi padre me regaló este disco el años pasado. Es su favorito.
- Son geniales.- Dijo sonriendo.
- Dougie, me tienes que ir guiando hacia casa de Tom. Por desgracia no sé donde vive.
- Shhh… Yo ya te voy diciendo pero después todo habrá sido cosa de tu imaginación y no sabrás nada. 
- Em… sí.


Comenzamos a reírnos y Dougie comenzó a cantar http://www.youtube.com/watch?v=1VQ_3sBZEm0&ob=av2e  . En algunas partes de la canción le seguía y Doug no hacía otra cosa que sonreír. Durante el camino estuvimos hablando de temas muy variados. Desde la gira de ATN hasta mi última relación. Había estado saliendo hasta hace cinco meses con un compañero de la facultad. Le dieron una beca para estudiar en Liverpool durante un trimestre y cuando volvió me dijo, tan tranquilo, que había estado saliendo con otra chavala allí. 


Llegamos a la urbanización donde vivía Tom y Dougie me indicó donde aparcar. Miré el reloj. Eran las siete menos veinticinco. 


- Muchas gracias pecas.
- No me las des, no hace falta. Esto… ya sabes, lo hago como buen ninja que soy.
- Hahahahaha sí. Bueno, te tendrás que ir yendo o sino, no llegarás a tiempo, aunque un poco justa vas a llegar… 
- Da igual, que espere.- Dije riendo.- Pues ya nos veremos. Pásalo bien esta noche.
- Um… lo haré.
- No bebas mucho.
- Sí mamá.
- Idiota. Encima de que me preocupo por ti.- Dije haciéndome la ofendida.
- Es que soy un adolescente en pleno cambio hormonal. Estoy descontrolado.
- Esto ya en serio, si necesitas algo o alguien con quien hablar, no dudes en pensar en mí.


Los dos comenzamos a reír y antes de que Doug saliese del coche, le di un pequeño abrazo. Durante ese corto momento, una pequeña sonrisa se instaló en mi cara cuando Doug susurró en mi oído ‘Gracias por todo pequeña’.



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